miércoles, 4 de mayo de 2011

PANEM ET CIRCENSES.



Mientras el "premio Nobel de la Paz" continúa ofreciéndonos "circo" -de ahí el motivo de los enlaces a los videos que pusimos estos días pasados (más circo...)-, y los medios de comunicación siguen insistiendo en la "versión oficial" acerca de la muerte del terrorista más buscado, haciendo caso omiso a las básicas estructuras de la inteligencia, la conciencia y la ética, en nuestro país el desempleo y la impotencia continúan cebándose sobre un número indecente de familias y, lo que es más grave, con pocas o nulas posibilidades de que la situación cambie.

Los asuntos importantes parecen irse diluyendo bajo capas de pintura y fotografías falsas, partidos de fútbol y enfrentamientos entre derechas e izquierdas. Muy buena idea para que se pase un barniz de olvido sobre las víctimas de Japón, la crisis del sistema o el acuciante desempleo.

Nosotros, en tanto, seguimos preguntándonos si piensan que los ciudadanos somos más tontos que una naranja con tirantes, o cuentan con la indolencia de la gente, en algunos casos generalizada, que con tanto esmero se han encargado de fertilizar los que ostentan el poder.

Sin embargo, la antigua máxima de los patricios romanos para mantener al pueblo ocupado y satisfecho y, sobre todo, para evitar sublevaciones, constaba de dos términos fundamentales: Panem et Circenses. Circus tenemos bastante, mucho, más de lo medianamente inteligente y moralmente aconsejable, diría yo. Sin embargo, parece que nuestros políticos han olvidado la primera premisa: Panem. Y, mis queridos dirigentes democráticamente votados que sólo os acordáis de nosotros, vuestros sufridos ciudadanos, cada cuatro años: sin Panem... hasta podemos hartarnos del Circus, sobre todo en este siglo XXI donde todos hemos ido adquiriendo, salvo ciertas excepciones, más cultura, más conciencia y mayor despertar.

Al Circo: con sus payasos, equilibristas de la mentira y prestidigitadores que esconden cínicamente la verdad y muestran flores de papel, ya los ciudadanos lo vemos venir desde lejos. Estamos hartos de fanfarrias y trompetas, posibilidades imposibles y descarados juegos de manos que, por ende, insultan nuestra inteligencia.

Y, al final, nos preguntamos ¿dónde están las soluciones?

Los dos partidos mayoritarios juegan a criticarse uno al otro, mientras el ciudadano ve como la pelota va pasando por encima de su cabeza y, desde uno y otro bando, la van golpeando con saña hasta el final del hemiciclo. Y Juan López, y María Gómez, que religiosamente pagan sus impuestos y sufren en su piel la crisis, ven que toda la política se mueve en unos círculos lingüísticos incomprensibles de "eres" y "per", "fondos de reptiles", "casos Gürtel y Faisán"... Pero Juan y María siguen en paro, y teniendo que pagar mensualmente al banco la hipoteca, de un precio artificialmente inflado, sobre su pequeña vivienda.

En tanto, el lugar que místicamente debería ocupar la chimenea en el hogar, hoy lo ocupa el televisor y, desde ese pequeño teatrillo de títeres manejados por cables invisibles (o casi...), les bombardean con propaganda de consumo, combates deportivos de modernos gladiadores con sueldos millonarios, berridos de cantantes de moda o políticas absurdas, intentando hacerles creer en izquierdas o derechas, pidiendo su voto. 


Pero, para los acuciantes y graves problemas de Juan y María, ninguno de los dos titanes en liza tiene ni tiempo, ni interés...

J. L. Palma

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